viernes, 2 de agosto de 2019

Sócrates Mauro. Juez de los Andes del Perú.


SÓCRATES MAURO, JUEZ DE LOS ANDES DEL PERÚ *

 Por:  César Proaño Cueva 
Juez



Si a nuestra comunidad jurídica le dieran a elegir a qué jueces reconocerían por solo su nombre, el de Sócrates llevaría una ventaja considerable frente a los demás. Si esa indagación se hiciera en los claustros universitarios de derecho, sociología, ciencias de la comunicación, formación policial, primaria, secundaria o en las demás instituciones del sistema judicial, la diferencia se tornaría mayor e inigualable si contamos a su presencia nacional.

Presencia no solo por los cargos obtenidos sino por su cultura, una cultura de la jurisdicción alimentada siempre por la sociología y la antropología jurídica. Perfecto Andrés Ibañez, uno de los juristas mas cultos y a la sazón hasta hace poco Juez del Tribunal Supremo español, nos enseña que los juicios dependen de lo que el juez sabe, y agrega, de cómo lo sabe, que equivale a decir cómo lo vive y lo proyecta.

Qué duda cabe que Sócrates Mauro ha hecho del juicio jurisdiccional la presencia permanente de los valores constitucionales y de los suyos propios, de esos que le han valido su imagen de contestatario a lo común, al sí señor hablado o silencioso. Alejado de la sombra de la mediocridad o bajo el canon de la insensibilidad ante los problemas de su comunidad, él hace que los escaparates de libros cobren viva practicidad. 

Hoy, en la ceremonia por el día del Juez, un colega pronunciara, estoy seguro, los detalles más amplios de su trayectoria; a mí me quepa escribir estas líneas citando a su autor favorito: Piero Calamandrei. A propósito, y eso lo leerán con agrado amigos de España y Argentina, a quienes copio estas líneas, Sócrates obsequio a todos los jueces de la Corte de Junín y de Selva Central, el tan famoso libro Elogio de los jueces escrito por un abogado, del jurista florentino; porque sin fe no se juzga, sin fe no se defiende. Uno, sólo uno, le devolvió el libro con enojo, con soberbia, como buen huésped del quinto circulo de Dante Alighieri.

Se asocia a Calamandrei como uno de los grandes juristas italianos, profesor de derecho procesal, autor de obras importantes sobre la tutela cautelar y la casación civil. Otros lo conocen por su participación en el Código de Procedimientos civiles italiano de 1940, su trabajo como constituyente; algunos por su aporte fundacional a la revista político literaria Il Ponte y a la Rivista di diritto processuale civile. Pero también fue un poeta, soldado, militante comprometido con su país. De todo ello, extraigo su férrea defensa de la libertad, de la justicia constitucional para su logro; en palabras de su fiel discípulo Cappelletti, le movía el anhelo infatigable de justicia social, de equilibrio entre individuo y sociedad, de los nuevos valores, en fin, de la libertad en la solidaridad.

Sócrates ha sido y es portador de esa bandera, en la Corte de Junín y en nuestra Corte Suprema; en esta última el protocolo indica dirigirnos con la palabra antepuesta de señor; usted apreciado colega y más amigo, se ha ganado ello, de lejos. Basta recordar tus sentidas palabras y lagrimas ante el alejamiento de esta vida de un joven colega en La Merced, para apuntar lo que digo.

Su casa, su famoso rosedal, se convertirá de seguro en espacio de enseñanza, de trasmisión de coraje, de valentía, de hacer cada día a esa condición de juez el baluarte que la comunidad necesita para no fenecer; eso sí, sino lo encontramos en algún lugar sembrando árboles, es decir, vida.

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*Artículo extraído del Diario CORREO de Huancayo - Perú. Viernes 03 de Agosto 2019